Viaje en camper por el oeste de Canadá: itinerario de 20 días
Esta entrada será un poco más larga de lo habitual, ya que queremos contaros todos los detalles de nuestro increíble viaje en camper por Canadá. Volamos hasta Vancouver, donde comenzó nuestra aventura sobre ruedas. Desde allí, recorrimos la ruta hasta Banff, y luego nos dirigimos a Vancouver Island antes de regresar a Vancouver para devolver la furgoneta que habíamos alquilado. Finalmente, desde Vancouver, tomamos el vuelo de vuelta a casa.
Hemos dividido esta entrada por días para que podáis seguir nuestro itinerario paso a paso. Nuestro objetivo no solo es ayudaros a planificar vuestro propio viaje por carretera, sino también inspiraros y entreteneros con nuestras experiencias.
Si quieres saber más sobre este emocionante viaje en camper por Canadá, ¡sigue leyendo!
Itinerario completo
Día 1: Vancouver, primeras impresiones
¡Nuestra gran aventura por Canadá empezó en Vancouver en junio de 2023! Como vivimos en Suiza, nos subimos a un vuelo directo de Zúrich a Vancouver que duró un poquito más de 10 horas. Fue nuestra primera vez cruzando el charco y, como buenos culos inquietos, admitimos que estar tanto rato atrapados en el avión nos pareció una eternidad.
Salimos de casa a las 4:50 de la mañana (hora española) y aterrizamos en Vancouver a las 10 de la mañana (hora canadiense), después de esas interminables 10 horas de vuelo. Como te podrás imaginar, llegamos completamente desorientados. Aun así, decidimos aprovechar el día: fuimos al alojamiento, dejamos las maletas y nos lanzamos a explorar la ciudad. Nuestro plan era aguantar hasta la noche para adaptarnos al horario canadiense desde el primer día. La idea no era mala, pero… el trayecto de vuelta al alojamiento fue un show. ¡No podíamos mantenernos despiertos ni dos minutos!
Primeras impresiones
Antes de empezar nuestro viaje en camper por Canadá, teníamos planeado ver Vancpuver. Ese primer día fue nuestro primer contacto con la ciudad. Tenemos que confesar que, al principio, Vancouver nos dejó un poco fríos. Quizás fue porque fuimos directos a Chinatown, que nos impactó bastante por la situación de las personas en situación de calle y la drogadicción, o porque, después de estar tanto tiempo viviendo entre montañas, el caos de la ciudad nos resultó un poco abrumador. ¡Aunque no todo fue malo! Nos dimos el gusto de probar comida de diferentes países y pasear entre los gigantescos rascacielos.
Si te interesa saber qué hacer en Vancouver en tres días, ¡échale un ojo a nuestra otra entrada del blog!
Día 2: Vancouver y Stanley Park
El segundo día, ya con las pilas cargadas y una idea más clara de lo que nos esperaba, fue mucho mejor. Esta vez, evitamos las zonas donde sabíamos que había más problemas de drogadicción. No es que tuviéramos miedo, pero estar rodeados de tanta gente, y tan joven, en esas circunstancias nos impresionó bastante. Así que nos centramos en disfrutar al máximo.
puerto de Vancouver y Stanley Park
Aprovechamos para ver la zona del puerto de Vancouver, desde donde se ven los hidroaviones y avionetas, muchos de los cuales van hacia la zona de la Isla de Vancouver, y pasear por el paseo marítimo.
Después, alquilamos unas bicis y nos lanzamos a recorrer el famoso Stanley Park. ¡Y vaya acierto! Este parque es uno de los rincones más frescos y bonitos de la ciudad, y en bici logramos verlo entero sin agotarnos. ¡Súper recomendable!
Granville Island
Después de la ruta en bici nos acercamos a Granville Island. Para llegar allí cogimos un barco desde la bahía. Cuando llegamos nos sorprendió lo diferente que era esa zona con respecto al resto de la ciudad. Ya habíamos leído que era el típico barrio alternativo. Ese que en todas las ciudades suele ser el más chulo. Y no falló: era el antiguo barrio industrial, reformado y lleno de tiendas de segunda mano, edificios de ladrillo rojo y mercadillos callejeros. Un sitio con muy buen rollo.
Decidimos comer en el mercado de Granville, que estaba a reventar de gente y de puestos de comida. Nos dimos el gustazo de probar cosas típicas: una sopa de salmón con hojaldre por encima, unas empanadillas, y una especie de croqueta gigante de patata que nos recomendaron. De postre, nos lanzamos a por los clásicos: las famosas barritas Nanaimo, las bolas de nieve de Terranova y un bollito con sirope de arce, porque claro, ¡teníamos que probar el sirope de arce sí o sí!
Después de comer, dimos una vuelta por el barrio y nos metimos a curiosear en las tiendas chulas de la zona.
Playa de los ingleses
Por la tarde nos acercamos a la playa de los ingleses, conocida por ser una de las mejores playas donde ver el atardecer en Vancouver. Fue un final de día muy especial, aunque hizo bastante frío. Tanto que, un par de días después, terminé con fiebre. ¡Vaya gracia! Como os contamos en nuestra entrada sobre qué ver en Vancouver en tres días, en junio es normal tener semanas fresquitas… y eso fue lo que nos tocó a nosotros.
Día 3: North Vancouver y Lynn Canyon Park
El tercer día, como dos buenas cabras montesas, necesitábamos escapar a la naturaleza. Así que pusimos rumbo a North Vancouver, porque desde allí sale un bus directo a Lynn Canyon Park, un parque natural con uno de esos puentes colgantes tan típicos. Esta excursión nos hacía mucha ilusión, pues ya nos iba adelantando lo que nos esperaba en nuestro viaje en camper por Canadá.
North Vancouver
Primero dimos una vuelta por North Vancouver, a donde puedes llegar desde el centro de la ciudad cruzando el Lions Gate Bridge en autobús, o en ferry (Seabus) desde Waterfront. Nosotros optamos por la segunda opción, cruzando la bahía en ferry. Ya en North Vancouver, nos dimos un paseo disfrutando de las vistas del skyline de la ciudad y nos tomamos un zumo de frutas en el Lonsdale Quay Market, que tenía muy buen ambiente.
Antes de coger el autobús que nos llevaría al parque natural, decidimos comer en un restaurante coreano muy chulo en el centro de North Vancouver. Después de recargar pilas nos fuimos a la terminal de autobuses para coger el que nos llevaría hasta el parque, que por cierto es totalmente gratuito.
Lynn Canyon Park
El lugar nos encantó, aunque había más turistas de los que esperábamos. Cuando llegamos al famoso puente colgante, el Lynn Canyon Suspension Bridge, nos costó bastante hacernos una foto sin que saliera un montón de gente de fondo. ¡Pero bueno, lo importante es que lo cruzamos y sobrevivimos! El parque es enorme y tiene un montón de rutas por las que puedes ver cascadas, árboles gigantes y lagos donde algunos valientes (turistas y locales) se daban un chapuzón.
Día 4: Whistler y Nairn Falls
Este día empezaba lo que para nosotros era la parte más épica del viaje: ¡el viaje en camper por Canadá! Cargados con nuestros macutos y muchísima emoción, nos dirigimos al barrio donde nos esperaba Simba, la camper que habíamos alquilado y que nos llevaría a vivir una de las aventuras más especiales de nuestras vidas. Con la furgo ya en nuestras manos, listos y emocionados, arrancamos hacia nuestro primer destino: Whistler. Aunque nuestro objetivo final era Banff, había mucho que ver por el camino.
Lyon Creek
De camino a Whistler hicimos varias paradas para admirar el paisaje (¡y hacer muchas fotos!). Una de nuestras paradas fue en Lyon Creek. Al principio no parecía gran cosa, pero después de cruzar las vías del tren y pasar por unos huertos y baños públicos, nos encontramos con un lugar rodeado de árboles, con vistas espectaculares al océano y las montañas. En concreto disfrutamos de las vistas a la Kelvin Grove beach. El día estaba súper nublado y llovía a ratos, lo que le dio un toque melancólico a las fotos, pero quedaron geniales. El problema vino al volver al coche… ¡Sorpresa! Una multa en el parabrisas. No habíamos visto el parquímetro y nos costó 60 dólares. Aprendimos la lección y ya no se nos olvidó pagar en todo el viaje.
Whistler
Al llegar a Whistler, aparcamos en el gran parking que hay a la entrada del pueblo (sí, de pago, por supuesto). Si quieres más detalles sobre cómo llegar o qué hacer en Whistler, échale un vistazo a nuestra entrada sobre qué ver en Whistler en un día.
Desde el primer momento, Whistler nos robó el corazón. A diferencia de Vancouver, que no terminó de cumplir nuestras expectativas, este lugar las superó con creces. Es un pueblo rodeado de montañas, con esas cabañas típicas de los resorts de esquí y un montón de gente haciendo actividades al aire libre. Las calles están llenas de cafeterías, restaurantes, tiendas súper curiosas y verdes por todas partes. Además, está lleno de bicis, porque Whistler es la capital de la Mountain Bike En invierno es uno de los mejores sitios para esquiar o hacer snowboard. También hay muchísimas rutas de senderismo que salen directamente del pueblo. Está rodeado de naturaleza y, nada más salir un poco, ya estás entre árboles, lagos y ardillas. Nosotros planeamos hacer rutas en bici de montaña, pero eso será más adelante, en nuestro viaje de vuelta, así que… ¡sin spoilers!
Ese día lo dedicamos a explorar el pueblo, pasamos por la oficina de turismo para informarnos y compramos algunos recuerdos.
Nairn Falls
Cuando terminamos de recorrer Whistler de arriba a abajo, nos fuimos a nuestro camping: Nairn Falls, dentro del parque provincial con el mismo nombre.
Nos recibió una guardabosques, o ranger en inglés, muy simpática que nos explicó las normas básicas y nos señaló nuestra parcela. ¡Qué diferencia con los campings europeos! Aquí los espacios eran enormes, con muchísima distancia entre vehículos, y cada parcela era casi un mini bosque privado. Nairn Falls era un camping sencillo, sin muchas instalaciones, pero nos encantó. Solo había baños secos (un váter con un agujero, básicamente), y gel desinfectante en la puerta. Pero eso no le quitó encanto, porque esa noche fue súper especial para nosotros: nuestro primer contacto con la naturaleza y la vida camper fuera de Europa.
Día 5: Joffre Lake Park
En este día, nuestro viaje en camper por Canadá cambiaba de dirección: dejábamos la Columbia Británica y poníamos rumbo hacia la provincia de Alberta, aunque no dejaríamos la provincia de la Columbia Británica hasta el día siguiente. En Canadá, las distancias son otra liga. Desde casa llevábamos una planificación con cierta flexibilidad, pero nada nos preparó para lo que realmente son esas carreteras infinitas. Por mucho que las apps de navegación te digan un tiempo, luego entre atascos kilométricos, carreteras en mal estado o quedarte atrapado detrás de un camión cargado de troncos, todo se alarga. Pero da igual, miréis donde miréis el paisaje es alucinante. Así que pusimos buena música, podcasts interesantes, y nos dedicamos a disfrutar del viaje. De hecho, en este trayecto vimos nuestro primer oso. ¡INCREÍBLE! Los avistamientos de vida salvaje son súper comunes una vez te alejas de las ciudades grandes. A lo largo del viaje vimos varios osos, ciervos e incluso alces.
Joffre Lake Park
Tras una hora de conducir, llegamos a Joffre Lake Park, una parada obligatoria. Aquí puedes hacer varias rutas, ver glaciares y lagos alucinantes. Nosotros hicimos la ruta que pasa por los tres lagos, y cada uno era más impresionante que el anterior. Estos lagos tienen ese azul turquesa tan típico de las zonas glaciares, debido a la sal que queda suspendida en el agua, creando esos reflejos verdes y azules con el sol. El último lago, con el glaciar coronando la montaña, es simplemente espectacular.
Decidimos hacer una pausa y comer ahí, aunque tuvimos que defender nuestros bocadillos de algunas ardillas bastante descaradas que intentaban robarnos la comida. Esto pasa porque mucha gente les da de comer (aunque está prohibido), lo que afecta a la biodiversidad del parque. Nos topamos con algunas que hasta se ponían agresivas, ¡un show! Pero más allá de esa anécdota, la ruta fue increíble.
Después de nuestra caminata, nos pusimos en marcha hacia el Camping de Snowforest, en el Parque Nacional de Revelstoke, donde pasaríamos la noche. Tardamos unas seis horas en llegar, pero como siempre, el trayecto estuvo lleno de paisajes impresionantes. Canadá no deja de sorprenderte con su belleza. Llegamos tarde, agotados, y esa noche nos fuimos directos a dormir. ¡Otra aventura nos esperaba al día siguiente!
Día 6: Llegamos al Parque Nacional de Banff
El Camping de Snowforest fue, sin duda, uno de los mejores donde nos alojamos. Las instalaciones estaban de lujo, así que aprovechamos para darnos una buena ducha y lavar algo de ropa. Eso sí, nos quedamos sin tiempo para ver el pueblo de Revelstoke, lo dejamos para la vuelta, y arrancamos directo hacia Banff. Nos esperaban unas tres horas y media de carretera. Ya sé que lo he dicho mil veces, pero no me canso: ¡todo era increíble! El cambio a Alberta fue espectacular, porque empezamos a ver a lo lejos las imponentes Montañas Rocosas.
Pueblo de Banff
Al llegar a Banff, una de las joyas más esperadas de nuestro viaje en camper por Canadá, fuimos directamente al camping para asegurar nuestro sitio en el Tunnel Mountain II. Allí te reciben con un folleto del Parque Nacional y te explican las normas básicas, sobre todo las que tienen que ver con la vida salvaje y, en especial, con los osos. Nos quedó clarísimo que si los osos se acercan demasiado al camping o al pueblo, terminan sacrificándolos, ya que suponen un peligro para las personas. La razón principal por la que bajarían es si encuentran comida fácil, algo que solo pasa si somos descuidados. Aquí te das cuenta de lo cerca que vives de la fauna salvaje no solo por las señales en las carreteras, sino también por los cubos de basura, diseñados para que los osos no puedan abrirlos.
Una vez que dejamos todo organizado en el camping, bajamos al pueblo con la camper, ¡y nos sorprendió lo fácil que fue aparcar! Algo que en Europa sería misión imposible, sobre todo con una furgoneta.
Cuando llegamos a Banff, nos dejó sin palabras. Aunque es muy diferente de Whistler, ambos sitios tienen esa vibra especial que hace que te quedes embobado. Banff está en pleno corazón de las Montañas Rocosas, así que mirar al horizonte era mágico. El centro del pueblo es súper pintoresco, con calles empedradas, cafeterías acogedoras, tiendas de souvenirs y locales chulos a ambos lados de la calle principal. Nos cogimos unos cafés para llevar y disfrutamos del paseo por las calles del centro, con las cumbres nevadas asomando en el horizonte. A pesar de que había bastante gente, se respiraba una paz increíble.
Beaver trail
Esa tarde la dedicamos a conocer el pueblo y comprar algunos recuerdos para la familia. También hicimos una caminata tranquila por el Beaver Trail, un sendero fácil y perfecto si vais con niños pequeños. Va cerca del agua y, si tienes suerte, puedes ver algún animal en su hábitat natural, sobre todo aves como águilas. Y aunque no tuvimos la suerte de ver un castor (¡nos fuimos de Canadá sin ver ni uno!), es una zona donde también viven alces, ciervos, osos y hasta lobos, aunque son más difíciles de avistar. Eso sí, ardillas, marmotas y liebres no faltan.
Antes de la caminata, probamos la famosa “Beaver Tail”, o cola de castor. Es un postre muy popular en Canadá, básicamente una masa frita que puedes cubrir con un montón de cosas. Nosotros fuimos por la clásica de azúcar y canela. Es un símbolo culinario del país desde 1978, y aunque nos hizo gracia probarla, no nos enamoró.
Después de la ruta compramos comida para llevar, pero antes de ir al camping nos acercamos a hacer la espectacular foto del atardecer en el lago Two Jakes. Después nos fuimos de nuevo al camping, donde conocimos a una familia de americanos con niños pequeños, con los que pasamos un rato muy agradable entre hogueras y buenas historias.
Día 7: Lago Louise y ruta Plain of Six Glaciers
Este día fue un día clave en nuestro viaje, pues hicimos una de las rutas que más ilusión nos hacía: la famosa ruta del Plain of Six Glaciers, comenzando en el icónico Lago Louise. Teníamos muchas expectativas, y sin duda, ¡las cumplió todas!
Nosotros aparcamos en el Parking del lago Louise, uno de los lagos más conocidos de Canadá, junto al Lago Moraine. Ambos suelen aparecer en las fotos más representativas de este país, y no es para menos. El color del lago, un impresionante azul turquesa, es causado por el agua que desciende del glaciar Victoria, arrastrando sedimentos que producen ese tono único. A pesar de haber visto tantas fotos, nada se compara con la experiencia de estar allí, rodeados de esa inmensidad natural.
Lago Louise
Es cierto que el lugar estaba abarrotado de turistas, algo que siempre puede afectar la experiencia. La mayoría se queda en la orilla del lago, por lo que nosotros decidimos no detenernos demasiado al principio y empezar la caminata lo antes posible, con la idea de sacar fotos desde otros ángulos más tranquilos. Aunque la masificación puede restar encanto, creemos que es una visita obligada, especialmente si vas a Alberta. El lugar lo merece.
Un dato curioso que descubrimos allí es que en esta zona se sirve fondue, el típico plato suizo. Esto se debe a que, en el siglo XIX, los canadienses contrataron a montañistas suizos para mejorar la seguridad en las rutas de la zona, y en su honor, comenzaron a ofrecer este plato. Nos hizo mucha gracia esta conexión, ya que Suiza es nuestro hogar actual.
Ahora sí, ¿qué rutas podéis hacer desde el lago Louise? Podéis optar por hacer la ruta que va al lado de la orilla del lago, es una ruta de ida y vuelta, no es circular, sin elevación, muy bien mantenida y de las que tendréis vistas espectaculares al lago. Este sendero acaba donde empieza la ruta que nosotros hicimos: Plain of Six Glaciers. Si llegais aquí y queréis dar la vuelta, estaríais haciendo unos 2 km y os llevaría aproximadamente una hora.
Ruta Plain of Six Glaciers
Podéis hacer varias rutas desde este punto, nosotros os contamos la que nosotros elegimos en el post de la Ruta Plain of Six Glaciers. La elegimos porque, aunque es más larga que otras, habíamos leído que no suele estar tan concurrida, lo que nos permitía evitar las multitudes. Esta ruta ofrece unas vistas impresionantes no solo de los glaciares, sino también del lago y los bosques que lo rodean. Es larga, pero no particularmente complicada; nosotros tardamos unas 4 horas y media, con algunas paradas para descansar y disfrutar del paisaje.
Uno de los puntos más interesantes de la caminata es la famosa Tea House, construida en 1927 y que se mantiene en su estado original, sin electricidad. Lamentablemente, la encontramos cerrada, pero el edificio en sí es muy bonito, y en los alrededores pudimos ver y fotografiar varios perros de las praderas, lo que fue una sorpresa divertida.
La ruta fue variada y entretenida, tanto por el paisaje como por las condiciones climáticas. Comenzamos con sol y calor, caminando en manga corta, pero a medida que nos acercábamos al final, el clima se volvió mucho más frío. Nos sorprendió lo rápido que cambió la temperatura, y terminamos abrigándonos con chaquetas.
Este tramo final de la ruta, a partir de la tea House, es un poco más complicado, con un terreno más empinado y menos mantenido, pero las vistas desde la llanura de los seis glaciares, que da nombre a la ruta, son indescriptibles. Como siempre que hacemos una ruta en la montaña, la recompensa más grande son las vistas, y aquí no iba a ser una excepción. Las vistas panorámicas de las montañas, el ahora pequeño lago Louise y los glaciares, dejan a cualquiera sin sentido.
Camping del Lago Louise
Tras deleitarnos con las vistas y tomar algunas fotos, emprendimos el camino de regreso, que se hace por el mismo sendero. Esa noche, descansamos en el Lake Louise Campground, donde aprovechamos para relajarnos, darnos una buena ducha y recuperar fuerzas.
El día siguiente nos esperaba con otra emocionante aventura: la ruta hacia el Lago Helen.
Día 8: Ruta al Lago Helen y subida al pico Cirque Peak
Elegimos visitar el Lago Helen porque, aunque es una de las rutas populares en Banff, no está tan masificada como otras y nos ofrecía una buena oportunidad para ver fauna en su hábitat natural. Uno de nuestros grandes placeres en Canadá fue precisamente observar animales, por lo que buscar rutas menos conocidas y con menos turistas era una prioridad. Además, decidimos hacer la caminata después de comer para evitar las multitudes y aumentar nuestras posibilidades de ver animales al atardecer, que es uno de los mejores momentos para avistamientos. Algo que ya habíamos tenido en cuenta desde casa cuando preparamos el viaje en camper por Canadá.
Esta ruta también la tenemos explicada en un post aparte donde os contamos más detalladamente las condiciones, duración y características de la misma. Aquí aprovechamos a contaros un poco más nuestra experiencia en concreto.
Ruta al Lago Helen Y Cirque Peak
La ruta al Lago Helen nos sorprendió gratamente. Comienza con un terreno empinado, pero se suaviza a medida que avanzamos. Si decidís continuar más allá del lago, como hicimos nosotros, las vistas desde arriba son espectaculares. Tras los primeros dos kilómetros cuesta arriba, hicimos una pausa en un claro con vistas impresionantes. Durante este descanso, conocimos a una pareja de viajeros, un irlandés y un canadiense, con quienes compartimos historias y anécdotas. Estos encuentros son siempre uno de los aspectos más enriquecedores de viajar.
Después de la subida inicial, el terreno se vuelve más plano, y el resto del recorrido se desarrolla en una pradera verde llena de flores silvestres, que parecía sacada de un cuadro de Van Gogh. El tramo hasta el Lago Helen es de unos 6 kilómetros, con solo 400 metros de desnivel, por lo que se puede hacer cómodamente.
El lago podría haber sido un buen sitio donde parar a comer algo y descansar. Sin embargo, lamentamos tener que confesaros que al igual que pasa en la mayoría de lagos de Canadá, sobre todo durante el verano, hay otros visitantes dispuestos a evitar que disfrutéis de vuestro preciado descanso: los mosquitos. Así que nosotros abandonamos la idea de descansar y decidimos seguir la ruta hacia el pico Cirque Peak. Esta segunda parte de la ruta requiere un mayor esfuerzo, el terreno es más rocoso, pero las vistas son alucinantes. Desde arriba se puede ver el lago Bow, el lago Helen y todo el valle. La cresta de la montaña es algo inestable, pero con cuidado se puede transitar sin problemas.
A la vuelta, retrocedimos sobre nuestros pasos, y disfrutamos del inicio del atardecer mientras aprovechamos para ver muchísimas marmotas canadienses y aves.
Camping Mosquito Creek
Esa noche, nos alojamos en el Mosquito Creek Campground. Aunque es un camping básico con pocas instalaciones, la experiencia fue muy agradable. Más adelante compartiremos más detalles sobre cómo es acampar en Canadá y las diferencias con los campings europeos.
Fue un dia agotador, pero lo disfrutamos muchísimo.
Día 9: Lago Moraine
Visitar el Lago Moraine fue uno de los momentos más esperados de nuestro viaje en cámper por Canadá.
Pero este año en particular, había un cambio importante en las reglas para visitarlo: ya no se podía acceder con vehículo propio, y había que usar una lanzadera oficial del parque o una compañía privada. La lanzadera oficial del parque nacional, es mucho más económica, pero no es fácil de conseguir entrada. El parque publica la mitad de las entradas disponibles con tres meses de antelación, y el resto de tickets los va sacando el día de antes de que salga el autobús. Sin embargo, estos tickets del día de antes duran menos de una hora.
Nosotros os recomendamos cogerlos con tres meses de antelación si tenéis el viaje claro, porque aquellos que salen el día anterior son prácticamente imposibles de conseguir. En nuestro caso no pudimos acceder a ellos, así que optamos por contratar una compañía privada porque era la única opción que nos quedaba.
Ruta Consolation Lakes
El día no fue como nosotros lo habíamos planeado. Yo estaba con fiebre, lo que complicó la planificación de nuestra ruta.
La ruta original que queríamos hacer era la de Larch Valley, una caminata extensa que requería más energía de la que yo tenía en ese momento. Además, el tiempo no estaba a nuestro favor: lloviznaba y parecía que se avecinaba una tormenta. Decidimos no arriesgarnos y cambiamos nuestros planes para hacer la ruta de Consolation Lakes, una opción mucho más sencilla y adecuada para familias o personas con menos experiencia en senderismo. Al final de la ruta que hicimos vimos un lago alucinante. Pero esta vez también estaba atiborrado de mosquitos. Nosotros llevabamos la lámpara antimosquitos, de la cual os hablaremos más en nuestra guía de equipo. Es verdad que siempre notábamos una diferencia cuando no la hemos llevado, pero en este caso había tanta cantidad de mosquitos que no podemos evaluar el efecto que tenía.
Al final fue la mejor opción porque cayó una buena tormenta y no hubiera sido agradable hacer la ruta en esas condiciones climatológicas.
Lago Moraine
Cuando la lluvia cesó momentáneamente, subimos a una pequeña cima cercana para obtener la icónica vista del Lago Moraine. A pesar del mal tiempo, la vista era impresionante: el lago de un azul turquesa profundo, con las montañas aún nevadas y el bosque enmarcando el paisaje. La belleza del lugar seguía siendo inigualable.
La lluvia empezó de nuevo a caer con fuerza, pero gacias a la compañía privada de autobuses, pudimos regresar sin quedar completamente empapados, ya que había más opciones de transporte y horarios disponibles. A pesar de las dificultades, la experiencia de ver el Lago Moraine y disfrutar de su entorno único fue memorable.
Día 10: Ruta por Sunshine Meadows
El último día en el Parque Nacional de Banff fue una despedida agridulce, pero la ruta que elegimos para cerrar la visita fue fantástica. Decidimos hacer una caminata en Sunshine Meadows, una experiencia diferente a las anteriores. En lugar de escalar picos o atravesar bosques densos, nos encontramos en praderas abiertas y rodeados de flores salvajes. La fauna también hizo su aparición: vimos marmotas, perros de las praderas y hasta un alce, lo cual fue un regalo.
Sunshine Meadows
Para comenzar la ruta, tomamos un telesilla, lo que nos permitió ahorrar tiempo y disfrutar de unas vistas panorámicas espectaculares mientras ascendíamos. Aunque se puede subir andando, optamos por esta opción para tener suficiente tiempo para la caminata completa. La ruta elegida fue el Lakes Loop, una caminata más extensa en comparación con el popular Rock Isle Lake Trail, ideal para familias y aquellos con menos tiempo. El Lakes Loop nos llevó a ver el Rock Isle Lake, el Grizzly Lake y el Larix Lake, y nos ofreció una visión completa del paisaje impresionante de la cordillera de las Montañas Rocosas.
El recorrido a través de Sunshine Meadows fue una forma perfecta de concluir nuestra visita a Banff.
Así cerramos esta parte del viaje tan especial. Sin duda pensamos volver a Banff en otro momento de nuestra vida, y poder explorar también el Parque Nacional de Jasper.
Día 11: Yoho National Park
Ya rumbo de vuelta hacia la Columbia Británica, nos quedamos con las ganas no solo de haber explorado Banff con más detenimiento, si no también Jasper y Yoho. Nos hubiera encantado visitarlos pero en esta ocasión, queríamos seguir el viaje en camper por Canadá y llegar hasta la isla de Vancouver, y para ello debíamos partir ya de vuelta.
Parque Nacional de Yoho: Lago esmeralda
Lo que sí hicimos fue hacer una parada en el Lago Esmeralda, ubicado en el Parque Nacional de Yoho. El lago, con su característico color verde esmeralda, nos dejó impresionados, una joya más en el ya extenso listado de paisajes espectaculares que habíamos visto.
Camping Blanket Creek
Para la noche, nos dirigimos al Blanket Creek Campground, situado en el Parque Nacional de Blanket Creek, ya de regreso en la Columbia Británica. Aunque las instalaciones del camping eran bastante estándar, las vistas del lago cercano añadieron un encanto especial al lugar. Aprovechamos el tiempo para lavar la ropa y nos acercamos a la Ranger del parque para obtener recomendaciones sobre una ruta corta para hacer por la tarde.
Nos sugirió una caminata hacia unas cascadas, una opción perfecta para estirar las piernas después de varios días de carretera. La ruta, de aproximadamente 40 minutos, resultó ser un paseo encantador y relajante. Las cascadas eran una hermosa recompensa al final del corto trayecto.
Nos despedimos de este capítulo del viaje con la certeza de que, en futuras visitas, exploraremos con más profundidad los parques nacionales que aún nos quedan por descubrir.
Día 12: Revelstoke, Kamloops
Después de estos inolvidables días, nos tocaba conducir de regreso hacia Vancouver y, desde allí, continuar hasta Vancouver Island. Nuestro viaje en camper por Canadá aún no había terminado. Para nosotros, volver a Vancouver era una decisión lógica, ya que nuestro vuelo de regreso salía desde Vancouver y debíamos devolver la camper allí. Así que, sin más opción, nos dirigimos a nuestro punto de partida, pero sabiendo que aún nos quedaba explorar la Isla de Vancouver.
Revelstoke y Kamloops
El primer tramo del viaje nos llevó de vuelta a Revelstoke. Como mencionamos al inicio del post, no tuvimos tiempo de explorar el centro del pueblo en nuestro primer paso por allí. Revelstoke, aunque pequeño, tiene un encanto pintoresco que nos recordó a un decorado de película. Después de disfrutar un rato en el centro, partimos hacia Kamloops. Un trayecto que duró unas tres horas.
Hicimos una breve parada en un área de servicio con vistas al lago Kamloops, que resultaron ser impresionantes. A medida que nos adentrábamos en esta zona, el paisaje se volvía más desértico y extenso, un cambio muy grande del entorno que habíamos estado viendo hasta ahora. Aunque el paisaje seguía siendo espectacular , la conducción por este terreno más árido se hizo más monótona, y las distancias parecían interminables. Hicimos pequeñas paradas para cambiar de conductor y finalmente llegamos a Nairn Falls, el mismo camping en el que habíamos dormido durante nuestra visita a Whistler.
día 13: Bicicleta de montaña en Whistler
Whistler
Nuestra idea inicial para el día siguiente era visitar el Garibaldi Lake en el parque provincial Garibaldi Park. Las fotos que habíamos visto eran impresionantes y no queríamos perdernos la oportunidad de ver el lago en persona.
Sin embargo, como mencioné al principio del post, la flexibilidad es clave en este tipo de viajes. Un amigo de Rubén le contactó para recordarle que no habíamos probado ninguna ruta en bicicleta de montaña en Whistler, la capital de este deporte. Así que no pudimos evitarlo, decidimos cambiar nuestros planes y reservamos un par de bicicletas de montaña para explorar los bosques de Whistler.
La experiencia fue increíble. Whistler cuenta con una gran cantidad de rutas, bien preparadas y de diferentes niveles, que hacen que montar en bicicleta sea muy divertido. No nos arrepentimos en absoluto de haber cambiado nuestros planes por ese día. Quizás en algún otro momento podamos regresar y finalmente visitar el famoso lago Garibaldi.
Día 14: Llegada a Vancouver Island
La Isla de Vancouver nos esperaba con nuevas aventuras. Ese día nos levantamos muy temprano para tomar el ferry desde Horseshoe Bay en Vancouver hasta Nanaimo. Dado que nuestra intención era llegar a Ucluelet, al otro lado de la isla, y las indicaciones decían que el viaje tomaría dos horas y media, nos preparamos para una larga travesía. Sin embargo, acabamos tardando el doble. La lección aquí fue planificar con antelación y estar preparados para cualquier imprevisto.
Ucluelet
Ucluelet, un encantador municipio costero, nos recibió con su belleza natural y la rica herencia cultural de las Primeras Naciones. El trayecto en carretera fue espectacular, con una mezcla de paisajes costeros y montañosos que variaban en matices a lo largo de la isla, contrastando con los paisajes que habíamos visto en Columbia Británica y Alberta.
Exploramos el puerto, pequeño pero pintoresco, donde encontramos un mercado ambulante con productos locales y artesanías de las Primeras Naciones. La isla, y Ucluelet en particular, es un excelente lugar para sumergirse en la cultura indígena, que se ha preservado notablemente en la región.
Wild Pacific Trail
Después de visitar el puerto, nos dirigimos al Wild Pacific Trail, una ruta muy popular que recomendamos encarecidamente. La caminata de 8,8 km a lo largo del océano fue relajante y pintoresca, ideal después de un largo día de viaje. Los miradores a lo largo del sendero ofrecían vistas impresionantes del océano y del frondoso bosque, además de selvas tropicales. Nos emocionó mucho avistar y fotografiar águilas calvas en el camino.
Camping Secret Beach
Esa noche dormimos en un camping bastante curioso. Se llama Secret Beach, y no tenemos claro si debemos recomendarlo o no. Tenemos sentimientos muy contradictorios. Nosotros acabamos aquí porque se nos hizo muy tarde y fue de los pocos campings que pudimos reservar que no estuvieran muy lejos de la zona. Como su propio nombre indica, playa secreta, el camping estaba en una zona muy muy retirada y alejado de cualquier resquicio de civilización.
Al principio cuando vimos el cartel en la autopista del desvío al camping, no imaginamos que nos esperaban más de 30 minutos de conducir por un terreno no asfaltado y en bastante mal estado, sin cobertura, y viendo coches abandonados a ambos lados de este camino. Además había tanto polvo del tipo de terreno que los árboles tenían un color sepia muy poco agradable. El camping y todo el área donde este se encontraba era propiedad de una de las naciones indígenas. Por lo que no sabíamos leer muchos de los letretos, y desconocíamos si estabamos entrando en el sitio adecuado.
Una vez encontramos el camping, no tuvimos ningún problema, aunque nos sentimos muy observados al principio. Pero como habíamos reservado tres noches, al final acabamos entablando relación con la gente. Eso sí, las instalaciones brillaban por su ausencia, y las letrinas que había dejaban mucho que desear. Pero las vistas eran brutales, y nunca habríamos visto esas vistas si no hubieramos llegado a ese camping.
El camping resultó ser un lugar de encuentro para personas que hacen kayak y exploran las Broken Islands. A pesar de las dificultades, el amanecer fue impresionante y la vista al mar, junto con ver estrellas de mar y águilas, compensaron las desventajas.
En resumen, los viajes están llenos de sorpresas y desafíos, y a veces, las aventuras inesperadas terminan siendo las más memorables.
Día 15: Surf en Tofino y Long Beach
Después de esas maravillosas vistas en Secret beach, y con mucho más ánimo del que teníamos la noche anterior, pusimos rumbo a Tofino. Esta encantadora localidad, conocida como la capital del surf de Canadá, ofrece mucho más que olas. Tofino destaca por sus bosques exuberantes y la posibilidad de avistar ballenas, convirtiéndose en un destino muy completo.
Tofino: el pueblo más surfero de Canadá
La energía de Tofino nos cautivó desde el primer momento. El entorno salvaje y la atmósfera relajada del pueblo, con sus habitantes amables y despreocupados, nos hicieron sentir como en casa. Aunque nuestra estancia fue breve, intentamos aprovechar al máximo el tiempo. Paseamos por el centro del pueblo y nos dirigimos a la famosa Long Beach, una playa impresionante que nos dejó sin aliento. Luego, nos acercamos a Chesterman Beach, conocida entre locales y visitantes por sus excelentes condiciones para el surf y el kite surf.
Nosotros no teníamos ninguna intención de hacer surf, porque aparte de no tener ni idea, ni veníamos preparados, ni creíamos tener tiempo para ello. Pero después de ver tantísima gente con las tablas de surf no pudimos evitarlo y alquilamos unas tablas y unos trajes de neopreno en una tienda del pueblo. ¿Dónde mejor que en la capital del surf de Canadá para probar este deporte por primera vez? Nos pasamos, obviamente, la mayor parte del tiempo debajo del agua, pero aún así la experiencia fue inolvidable, y nos encantaría repetir.
No podíamos dejar pasar la oportunidad de capturar el atardecer en este hermoso lugar, así que sacamos algunas fotos para inmortalizar el momento.
Ese día volvimos a dormir a Secret beach, ya más tranquilos porque sabíamos lo que nos esperaba.
Día 16: Parque Nacional de la Cuenca del Pacífico
Este día, nuestro viaje en camper por Canadá, continuaba en el Parque Nacional de la Cuenca del Pacífico (Pacific Rim National Park), un área impresionante que se divide en tres zonas: Long Beach, las Broken Islands y el West Coast. Debido al tiempo limitado, solo pudimos explorar la primera zona.
Long Beach
En Long Beach, decidimos hacer el Rain Forest Trail, que ofrece dos rutas circulares, A y B. Personalmente, encontramos que la ruta A era la más interesante. Este sendero nos llevó a través de bosques tropicales que contrastaban marcadamente con los paisajes que habíamos visto en Europa.
Después de recorrer el Rain Forest Trail, caminamos a lo largo de la playa hasta llegar al final, donde hicimos algunas fotos y nos relajamos un poco. En el extremo de la playa, descubrimos un sendero inesperado: el Shorepine Bog Trail. Este recorrido, a diferencia del resto, nos condujo a un ecosistema único y muy diferente. La ciénaga es un área con un suelo ácido donde solo algunas especies de plantas pueden sobrevivir, destacando el musgo y los pinos de ribera. Fue un gran contraste con respecto al resto de paisajes que veníamos observando en toda la isla de Vancouver.
Esa noche, regresamos al camping de Secret Beach por última vez.
Día 17: Victoria, la capital de la Columbia Británica
Victoria
Rumbo a Victoria, la capital de la Columbia Británica, nos encontramos con una ciudad que parece casi perfecta. La mezcla de edificios de estilo antiguo, con claras influencias de la cultura inglesa, y un toque bohemio en su ambiente costero nos encantó. Desde el primer momento, nos dimos cuenta de que Victoria tenía mucho que ofrecer.
Nosotros dejamos la camper en un Parking a unos 10-15 minutos andando de la ciudad, porque en el centro es imposible aparcar, y menos con una furgoneta. Nuestro oobjetivo aquí, teniendo apenas dos días, era patear la ciudad y perdernos por sus rincones. Nos gustó mucho visitar los distritos de Chinatown, la parte del puerto, Inner Harbour, y el centro de la ciudad o Downtown. En concreto, el barrio de Chinatown, nos sorprendió para bien, después de la experiencia que habíamos tenido en Vancouver, no teníamos muchas expectativas pero la experiencia no tuvo nada que ver.
Johnson Street también nos impresionó con su colorido y su ambiente alternativo, lleno de locales con un estilo industrial pero restaurado, que le daba un carácter muy especial.
La gastronomía en Victoria fue otra de nuestras grandes alegrías. Con tantas opciones y buenas reseñas, fue difícil decidir dónde comer. Finalmente, optamos por un restaurante de fusión japonesa que nos gustó mucho.
Después de cenar, disfrutamos de un paseo nocturno por el puerto, admirando los edificios iluminados y el mar, una vista que no queríamos perdernos.
El camping de esa noche fue particularmente especial. Contaba con instalaciones modernas, espacios verdes privados con mesas para comer y unas vistas inmejorables: Victoria al fondo y el océano al frente. La elección de este Camping en Victoria fue una suerte, ya que a la mañana siguiente nos esperaban varias sorpresas.
Día 18: Jardines Butchart y Oak Bay
El amanecer nos brindó un espectáculo increíble: nutrias, focas, garzas y águilas nos dieron la bienvenida. ¡Qué suerte la nuestra! No podíamos creer que estábamos viendo tantos animales sin apenas salir de la furgoneta. Agradecemos al niño de la familia que acampaba en la plaza de al lado, quien, con sus gritos emocionados, nos alertó de que algo bueno estaba pasando.
Jardines Butchart
Tras este emocionante inicio, nos dirigimos a los Jardines Butchart, una visita que consideramos esencial para cualquier amante de las flores y los jardines. Los Jardines Butchart son una de las atracciones turísticas más icónicas de Victoria y realmente nos impresionaron. Para más detalles, tenemos un post dedicado a estos jardines que os invitamos a leer.
Muelle de los pescadores y Mercado de Victoria
De vuelta en Victoria aprovechamos para ver la zona del Fisherman’s Whart, o muelle de los pescadores. Es una zona con mucho encanto, con casitas de madera de diferentes colores y muy decoradas, que flotan sobre el agua. Las calles están llenas de restaurantes y pequeñas tiendas.
También visitamos el Victoria Public Market, un mercado local con productos frescos y una atmósfera muy acogedora, ubicado en el edificio Hudson en Downtown. Este mercado abre todos los días a partir de las 11 de la mañana.
Luego nos dirigimos a Oak Bay, un barrio residencial con vistas al océano. Aunque es menos turístico, nosotros disfrutamos mucho paseando por los barrios típicos y viendo cómo viven realmente los locales. En esta zona, tuvimos la suerte de observar focas, gansos canadienses y leones marinos acercándose a la costa. Y al regresar a la furgoneta, nos encontramos con un ciervo bastante grande descansando en el jardín de una casa cercana.
Esa misma noche al volver al camping nos estaba esperando otro ciervo. El cómo había llegado hasta allí no lo sabemos. De verdad que Canadá no dejaba de sorprendernos.
Día 19: Ferry a Vancouver
Se nos acababa nuestro querido viaje en camper por Canadá. Con mucha pena, recogimos la camper y nos dirigimos al ferry en Victoria para regresar a Vancouver, desde donde al día siguiente saldría nuestro vuelo.
Al llegar a Vancouver, devolvimos la furgoneta y nos dirigimos al alojamiento que teníamos reservado para esa noche.
Día 20: Aeropuerto de Vancouver y vuelta a casa
Nuestro vuelo salía temprano, por lo que no tuvimos tiempo de hacer nada más. Pasamos la mañana conversando con la gente que habíamos conocido en el alojamiento, compartiendo historias y experiencias. Luego nos dirigimos al aeropuerto y nos despedimos de Canadá, de sus paisajes asombrosos y su vida salvaje, con la certeza de que volveremos.
Esperamos que este diario de viajes os haya entretenido y dado ideas para vuestras futuras aventuras. No dudéis en dejar en los comentarios cualquier pregunta o sugerencia que tengáis para ayudarnos a mejorar.
¡Nos vemos viajando!